Los "cat-cafe" (o gato café, en español) son un fenómeno que se volvió una locura con las redes sociales. Dos rosarinas decidieron aprovechar el fanatismo y abrir su propio emprendimiento donde las personas pueden relacionarse con todos los felinos que habitan el lugar. ¿El nombre? Gatogasinos, un juego de palabras que describe perfectamente el espacio.

"No se nos ocurrió, fue algo que se fue dando. En plena pandemia este jardín era un oasis, y por eso venían los vecinos a tomar un maté, un café y a tocar mis gatos", le contó Liliana, una de las fundadoras del emprendimiento.

Entre ella y su pareja, Cecilia Fogel, construyeron un espacio calmo y relajado abierto al público que busca "gatoterapia". Como terapeuta holística, Cecilia explicó que la idea es aprovechar un rico café, rodeado de felinos, jugar con ellos y darles de comer.

El espacio tiene dos pisos con una capacidad de 60 personas, aunque solo ingresan hasta 20 por hora. De esta manera, las dueñas procuran que sus mascotas no se estresen y que también disfruten la experiencia lo más posible. 

A diferencia de los típicos cat-café, Gatogasinos no pide una tarifa de entrada y estadía, sino que se cobra todo lo consumido en el local. Mientras tanto, los ocho gatos rescatados merodean por las mesas mimando a los transeúntes y aceptando alimento suministrado por las dueñas.

"Café con Gatos", el primero en Argentina
En un rincón del barrio de Abasto, el espacio "Café con Gatos" fue el pionero de los cat-café a nivel nacional. Más acorde al estilo tradicional del modelo, que fue inventado en los '90 en Taiwán, el local pide una reserva en un horario determinado.