Los peligros del sexting: Filtración de fotos, videos íntimos y sobreexposición entre los más jóvenes

La práctica del sexting y la difusión no consentida de imágenes íntimas están generando serias consecuencias psicológicas entre los adolescentes. Desde la presión para enviar fotos hasta la exposición pública de contenidos privados, estos comportamientos afectan profundamente la salud mental de los jóvenes. En Países Bajos, la compañía de internet y telefonía KPN lanzó una campaña impactante que ilustra esta problemática.

A través de un video enfocado en la prevención, se muestra la vulnerabilidad de una adolescente cuando sus imágenes íntimas son compartidas sin su consentimiento por alguien cercano, destacando el daño psicológico que esto genera, en contraste con la protección que puede evitar dichas secuelas.

Este fenómeno no es aislado. Según un estudio de Unicef España titulado Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades, en el que participaron 50.000 adolescentes españoles, el 42 por ciento de ellos recibe contenido sexual no deseado a través de internet. Este informe detalla cómo los jóvenes utilizan la tecnología y se relacionan mediante dispositivos electrónicos, evidenciando que el sexting es una práctica común.

El término, que combina las palabras inglesas sex (sexo) y texting (enviar mensajes de texto), no se limita a mensajes, sino que incluye el envío de imágenes y videos de contenido sexual a través de las tecnologías de la información y comunicación (TIC).

El sexting, que busca despertar interés sexual o sustituir interacciones físicas, es utilizado frecuentemente por parejas o personas que comienzan a conocerse. Existen aplicaciones específicas para esta práctica, aunque su uso requiere precaución para garantizar la seguridad.

Si bien el sexting no está restringido a un grupo específico, los adolescentes y adultos jóvenes son quienes más lo practican, impulsados por factores como la curiosidad, el deseo de explorar su sexualidad, la búsqueda de aceptación, las presiones externas o la falta de discernimiento sobre las posibles consecuencias.

Sin embargo, esta práctica conlleva riesgos significativos. Cuando una persona envía una imagen o video a través de su celular o computadora, pierde el control sobre ese contenido. Ejemplos mediáticos, como las imágenes íntimas de Scarlett Johansson enviadas a su pareja o el intercambio entre Justin Bieber y Selena Gómez que se filtraron al público, ilustran esta vulnerabilidad. La difusión no autorizada de estos materiales puede generar trastornos psicológicos, dañar la autoestima y comprometer la privacidad y reputación de quien los envía.

Además, el sexting puede tener repercusiones en las relaciones futuras, ya que la desconfianza y la falta de privacidad dificultan el establecimiento de conexiones emocionales saludables. La pérdida de control del contenido es otro peligro, especialmente si un dispositivo sin medidas de seguridad cae en manos equivocadas.

Esto puede derivar en suplantación de identidad, donde ciberdelincuentes utilizan el material para comprometer la seguridad personal o financiera de las víctimas.

El sexting también puede abrir la puerta a problemas más graves, como el ciberacoso, el grooming o la sextorsión, así como al revenge porn, donde exparejas difunden contenido íntimo por despecho o venganza.

Además, cuando involucra a menores, esta práctica tiene consecuencias legales severas, ya que la posesión, distribución o creación de material sexualmente explícito de menores está penada por la ley. Estas problemáticas subrayan la necesidad de educar y proteger a los adolescentes frente a los riesgos del sexting, promoviendo un uso responsable de la tecnología.