Es millonario y volvió al país tras el triunfo de Milei

El martes 21 de noviembre, dos días después del triunfo de La Libertad Avanza en el balotaje, Mauro Stendel publicó una imagen desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza: “Les dije que si ganaba Javier Milei volvía a la Argentina y acá estoy, listo para invertir en mi país y generar laburo. Preparen los currículums, el futuro sin kirchnerismo no tiene techo”.

El empresario argentino estaba radicado en Miami desde 2018 y decidió retornar e instalarse en Buenos Aires con el propósito de abrir una nueva empresa. “Volví a apostar por Argentina porque fue lo que prometí si Milei ganaba”, dijo a los medios.

“Creo firmemente que con Milei se le dará más oportunidades a la persona que desarrolla, trabaja, genera y quiere superarse económicamente a través de esfuerzos y sacrificios. Especialmente al benefactor social”, agregó Stendel.

El empresario, nacido en el barrio porteño de Caballito, decidió irse a los 17 años en busca de nuevas oportunidades. Su primer destino fue Israel. Su objetivo: ingresar a una “Unidad Secreta del Ejército”.

“Las exigencias eran numerosas, además de realizar la rigurosa capacitación del Servicio, tenía que aprender vocabulario técnico en hebreo y dar dificultosos exámenes. Me preparé, mi vida durante meses constaba de estudiar por las noches, para luego levantarme a las 5 de la mañana para entrenar y poder hacer frente a las durísimas pruebas de resistencia”, detalló hace algún tiempo a este medio.

Poco más de una década después retornó a su país natal para nacionalizar tres proyectos que hoy mantiene fuera del país: “Estoy buscando diseñadores, expertos en marketing y atención al cliente. Los pagos se determinan dependiendo los tiempos, el compromiso y el empeño”, remarcó.

“Lo más difícil de emplear en Argentina es lidiar con personas que no están familiarizadas con el riesgo, sacrificio, deudas y esfuerzos que toma el empresario, demonizándolo hasta ‘contarle las costillas’”, sostuvo Stendel.

En 2018, luego de su trabajo como soldado encubierto, el empresario se mudó a Estados Unidos con solo 500 dólares en el bolsillo: “Tenía grandes sueños y metas por cumplir”, afirmó.

“Entrenaba y al amanecer iba al gimnasio para bañarme -que salía 10 dólares al mes- porque no tenía casa. A la noche dormía en un auto, sin que nadie lo supiera”, contó. “Tenía 500 dólares. Compré un colchón inflable de 60. Y calculaba 20 dólares a la semana para comer”, precisó

Hoy, casi cinco años más tarde, su situación cambió: Stendel regresó al país y comenzó a dar propinas en dólares: “Estoy dejando todo el cambio de billetes pequeños que me quedó”.

“La idea es poder nacionalizar tres proyectos que hoy tienen base fuera de Argentina”, expresó acerca de su nueva inmersión en el mercado argentino. Stendel, que no se muestra amigo de dar números ante una economía tan fluctuante, sí prometió que los sueldos serán altos.

“No considero un monto específico como buen sueldo o malo, ya que cada persona tiene diferentes necesidades. Pero cualquier monto que te pague tus expensas y te deje ahorrar e invertir es un buen sueldo”, dijo.

En otra publicación en sus redes, Stendel especificó: “Voy a pagar como en Bangladesh, donde mis empleados van a porcentaje de ventas, donde tienen mi foto colgada en el living de sus casas por haber cambiado sus vidas. Donde me mandan fotos cada vez que cumplen un sueño con el dinero que hacen conmigo”.

El secreto de su éxito

Stendel acumuló una serie de ahorros que lo llevó a invertir en sus primeros proyectos. “Siempre me sentí diferente, cada paso que daba era parte de un plan. Todo lo tenía pensado, sabía que iba a llegar a donde estoy hoy”, afirmó.

Inicialmente se metió en rubro inmobiliario, gracias a un francés que también pasó por el ejército de Israel. Compraban casas en mal estado, a punto de ser rematadas, las remodelaban y las volvían a vender. La ganancia era más que interesante, pero lenta. “Lo de los bienes raíces es bueno, pero tarda varios meses en rendir frutos. Con las tiendas online se consiguen ganancias en dos semanas”, explicó Stendel.

Abrió una tienda virtual en Amazon, donde compraba cosas y luego las revendía. Primero fueron juguetes, muebles, y con la pandemia apostó por productos para la gente que tuvo que encerrarse en su casa, como equipamiento para hacer ejercicio o máquinas para cortarse el pelo. Una tienda se convirtió en muchas y el negocio creció. “Llegué a administrar 124 tiendas online y tengo empleados en todo el mundo”, detalló.

Antes de retornar al país, el empresario vivía en sus mansiones de Houston y Miami. Colecciona autos de lujo como Lamborghini y Ferrari, viaja por el mundo y comparte sus fotos en Instagram.

“Espero que con este nuevo gobierno la gente empiece a optar por emprender, crear, desarrollar y utilizar su creatividad al máximo para optimizar su economía y la del país. Logrando una mejor y competente sociedad”, completó.

El día que Mauro Stendel envió un insólito regalo al Congreso

El paisaje habitual de la zona del Congreso de la Nación se vio alterado en la tarde del jueves 2 de febrero. Una sorpresiva encomienda llegó cuando los integrantes de la Comisión de Juicio Político cerraban sus jornadas en el anexo de la Cámara de Diputados.

Pasadas las 3 de la tarde se estacionó un flete sobre la avenida Entre Ríos entre Hipólito Irigoyen y Rivadavia. Unos diez hombres empezaron a bajar palas, en paquetes de a cinco, de ese camión. Luego, una montaña de palas decoró la entrada principal del histórico edificio porteño. Las risas no se disimularon entre quienes pasaron por esa vereda.

Josúe, un joven que a simple vista no parece superar los 25 años, lleva en la mano una pila de hojas impresas, con un mensaje: “Les regalo una pala para que se pongan a laburar”. Tiene una firma. La de Mauro Stendel.

“Es una manifestación de mi frustración y de mi enojo. Son un chiste los diputados. Si mi empresa va a pérdida, yo no duermo hasta que la situación mejore. El país se hunde y ellos cada vez trabajan menos”, explica a TN. Y cuenta que gastó casi un millón de pesos en la compra de palas, el envío y la logística.